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BOMBUS PASCUORUM

Bombus pascuorum
(Scopoli, 1763)

Extendido por la mayor parte de Europa, este abejorro es uno de los más comunes que, a partir de la primavera, es posible observar revoloteando por una gran variedad de flores silvestres.
Bombus pascuorum se caracteriza por la coloración amarilla anaranjada uniforme de su tórax, que tampoco es exclusiva de él, pues también la presentan otras especies de abejorros como Bombus muscorum, al cual se parece mucho, o Bombus hypnorum, del que se distingue claramente por el color de la cola: blanco en hypnorum y nunca blanco en pascuorum.

En la foto, un macho de Bombus pascuorum fotografiado en la sierra catalana de Collserola
El abdomen sigue la línea de coloración del tórax, aunque con mucha más variación en tono y color, llegando en algunos ejemplares a ser casi gris, y también existe variabilidad en la intensidad de las bandas oscuras.

En las siguientes fotos vemos tres ejemplares (todos hembras) de Bombus pascuorum presentando ligera variación de coloración
Fotos hechas en Parque Natural de Collserola, Barcelona

Tamaño de la reina: 15-18 mm
Tamaño de la obrera: 9-15 mm
Tamaño del macho: 12-14mm

Bombus pascuorum pertenece al grupo de los abejorros que tienen la lengua larga, en el caso de él de unos 8,5 mm de media, lo que le posibilita llegar más al fondo en las flores cuando las visita para buscar el néctar. La alimentación está basada en la recolección de polen, fundamental para la alimentación de las larvas, y de néctar, fuente necesaria de energía sin la cual el insecto no podría volar. Según un estudio que se hizo con 258 observaciones de Bombus pascuorum, en el 60% de las flores que visitaba buscaba solamente néctar, en el 33% recolectó néctar y polen, y únicamente polen en el 7% restante. Moras, tomillo o lavanda producen un néctar que solamente un abejorro con la lengua larga, como pascuorum, puede alcanzar. Visita muchas clases diferentes de flores, como cardos, ortigas, agripalmas, y lo hace en una gran variedad de hábitats como prados, pastos, terrenos baldíos, márgenes del campo, jardines o incluso parques de grandes ciudades. Parece que los abejorros machos visitan más flores compuestas o en inflorescencia que las hembras.

En las siguientes dos fotos, otro macho de Bombus pascuorum en su tarea polinizadora

Las colonias de Bombus pascuorum tienen un ciclo de vida relativamente largo, y aunque su tamaño varía, pudiendo llegar en su máximo apogeo, que es en el mes de agosto, a las casi 200 obreras, se puede decir que en general son de tamaño medio. Esas colonias viven en los nidos. Estos nidos los construyen generalmente en el suelo, en la superficie, o también bajo el suelo pero a escasa profundidad. El nido queda cubierto por vegetación, musgo, hierba o finas raíces. Los abejorros recogen este material con sus mandíbulas y patas.
Es en la primavera, a principios de abril, cuando se dejan ver las reinas, y hacia un mes más tarde, en mayo, las obreras. La colonia durará hasta el final de octubre, más o menos.
Según algunas observaciones que se han hecho, parece que a Bombus pascuorum no le agrada mucho la presencia de abejorros de otras especies en las flores que visita, por lo que cuando éstos llegan, nuestro abejorro se va.

Seguidamente tres fotos de una hembra de Bombus pascuorum fotografiada en el Parque Natural de Montseny, Barcelona
Vista general
Vista lateral
Vista dorsal

Al igual que ocurre con otros muchos abejorros, nuestro Bombus pascuorum tiene un pariente que lo parasita, un abejorro de cuco, que en el caso específico de él se trata de Bombus campestris, muy común en Europa.

Como todos los insectos polinizadores en general, y los abejorros en particular, la función que sin saberlo lleva a cabo Bombus pascuorum resulta de enorme utilidad tanto para el equilibrio ecológico como para nosotros mismos, por lo que debemos siempre respetarlo y protegerlo como un valioso elemento del patrimonio natural.

ABEJORRO Bombus

Bombus terrestris, una criatura fascinante.

Los abejorros (género Bombus) son miembros de la misma familia que las abejas de la miel (familia Apidae), aunque su aspecto es muy diferente al de éstas. Son más grandes, tienen el cuerpo con mucha vellosidad, y con frecuencia lo tienen adornado con bonitos colores. Como las abejas, son insectos sociables que también viven en colonias, pero bastante más pequeñas que las de las abejas, de sólo algunos centenares, y generalmente menos (unas cincuenta obreras).
Sobre tamaños, seguidamente indico los de dos de las especies más comunes:
Bombus terrestris (Europa) reina 20-22 mm, obrera 11-17 mm, macho 14-16 mm
Bombus impatiens (Ontario y muchas partes de EEUU) reina 21-23 mm, obrera 9-14 mm, macho 12-14 mm.
Se conocen unas 250 especies de abejorros, más o menos, distribuidas principalmente en las regiones templadas del hemisferio norte (Europa, Asia y Norteamérica) y algunas especies, las menos, en el hemisferio sur. No se han descrito especies nativas en Australis ni Nueva Guinea.
Bombus terrestris, uno de los abejorros más extendidos
Bombus pascuorum, caracterizado por su tórax uniformemente anaranjado, y dotado de una lengua larga, puede vivir en colonias de hasta 200 obreras; ejemplar fotografiado en la localidad de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona).
Hembra de Bombus pascuorum, Parque Natural de Collserola (Barcelona)

La reina (hembra fecundada) es la única que sobrevive al invierno. En los campos con flores las reinas de la mayoría de las especies de abejorro suelen ser vistas a partir de la primavera (abril o mayo), pero en algunas especies es posible que antes, como Bombus lucorum y Bombus terrestris que aparecen en marzo e incluso pueden ser vistas ya en febrero (algunas de las fotos de este Blog han sido tomadas esos meses).
Cuando emerge la reina busca un lugar para anidar y fundar la colonia.
Algunas especies de abejorro, como Bombus hortorum, el abejorro de los huertos, pueden tener dos colonias por temporada, porque el ciclo de la colonia es de corta duración, pero la mayoría de los abejorros, entre los cuales Bombus terrestris, sólo producen una colonia por temporada. A finales de otoño la colonia muere, y sólo las jóvenes reinas fecundadas sobrevivirán al invierno para, en la primavera siguiente, volver a iniciar el ciclo (fundar una nueva colonia, etc).
La reina ejerce un dominio total en la colonia, controlando la puesta de las obreras y no permitiendo la existencia de nuevas reinas que hagan peligrar su liderazgo. Cuando este liderazgo se pierde se produce lo que los expertos llaman "punto de cambio" en el nido: la reina vieja y las obreras se agreden, entran en competición, nacen nuevas reinas, y finalmente muere la reina vieja.
Generalmente los abejorros del género Bombus construyen su nido bajo tierra; es el caso, por ejemplo, de Bombus terrestris. Sin embargo, aunque menos, también hay alguna que otra especie de abejorro que hace el nido en la superficie, ya sea sólo ocasionalmente (ejemplo: Bombus bifarius), ya sea indistintamente (bajo tierra o en superficie, como Bombus vagans) o bien preferentemente (Bombus pensylvanicus). Hay especies más versátiles que otras a la hora de buscar un lugar para elaborar su nido, siendo Bombus terrestris y Bombus pratorum dos de ellas. Varias especies habilitan madrigueras de pequeños mamíferos abandonadas por su original propietario.
Las obreras (hembras estériles) son de un tamaño menor que la reina y nacen de los huevos que pone ésta; de las primeras larvas se encarga la misma reina, pero después, cuando las obreras ya maduran, serán ellas las que se dediquen al mantenimiento de las siguientes larvas.
Alimentan a las larvas con el néctar y polen que recolectan en las flores. Frecuentan el mismo tipo de flores que las abejas de la miel (Apis mellifera), y no es raro ver a unas y a otras revoloteando por la misma vegetación, tal como se muestra en la siguiente foto
Sierra de Collserola (Barcelona).

El abejorro liba las flores con su lengua. La longitud de la lengua varía según la especie, y esto condiciona el tipo de flores que prefiere cada abejorro. Así, Bombus terrestris tiene una lengua relativamene corta si la comparamos con las de otras especies, como Bombus hortorum, mucho más larga (una media de 13,5 mm).
Del polen el abejorro obtiene las proteínas necesarias para su crecimiento, mientras que el néctar le proporciona los azúcares necesarios para el aporte energético. Tras haber despertado de la hibernación, las reinas tienen mucha hambre y buscan flores para obtener polen; se sabe que el polen ayuda al desarrollo de los ovarios y los estimula para producir huevos.
El polen es el principal alimento de las larvas.
Los cardos son uno de los tipos de flores favoritas de muchos abejorros, entre ellos el europeo Bombus terrestris, y los norteamericanos Bombus morrisoni y Bombus bimaculatus.

En estas fotos, bonito ejemplar de Bombus terrestris (Linnaeus 1758), fácilmente reconocible por su abdomen tricolor: amarillo-negro-blanco
El abejorro es un insecto muy útil por su excelente función polinizadora.
Comparado con la abeja, el abejorro puede visitar un mayor número de flores, puede transportar más polen , y no está tan influenciado por el clima, en el sentido de que puede trabajar también con el cielo nublado o con viento.
Tanto es así que los abejorros se emplean en todo el mundo para la polinización del tomate. Gracias a estas criaturas, se obtienen tomates de mejor calidad, y a veces las empresas dedicadas a la actividad logran incrementos en la producción. Sin embargo, a diferencia de las abejas que son capaces de darse instrucciones precisas sobre la localización de las fuentes de alimento, los abejorros no saben hacerlo, y cada uno tiene que buscar y encontrar esos lugares por su propia iniciativa. Hay que decir que las obreras de abejorro pueden volar grandes distancias, de algunos kilómetros, en busca de polen y néctar, y regresar después sin dificultades al nido.
Hembra de Bombus pascuorum (sierra catalana de Collserola)
Obrera de Bombus terrestris (Collserola, Barcelona)

Los abejorros cuentan con muchos parásitos. Sus nidos constituyen ricos almacenes de alimento y nutrientes, que los abejorros han ido guardando ahí, lo que atrae a visitantes indeseables, empezando por los "abejorros cuco", que son también del género Bombus, pero pertenecen a un subgénero diferente (Psithyrus), y que parasitan a los verdaderos abejorros. Además de ellos, otros muchos pequeños animales son parásitos de los nidos de los abejorros, como ácaros y pequeños insectos entre los que se incluyen moscas y polillas; uno de los parásitos más destructivos para una colonia de abejorros es la conocida como polilla de la cera (Aphomia sociella), que en verano visita los nidos de abejorros, sobretodo los construidos en la superficie del suelo, y deposita sus huevos de los que nacerán unas voraces larvas que se lo comerán todo, incluidas las mismas larvas de los abejorros.
Obrera de Bombus terrestris (Collserola, Barcelona)

Si bien los parásitos son muchos, los abejorros en cambio tienen pocos enemigos, quizás porque poseen un aguijón venenoso. Entre esos enemigos mencionar algunas especies de pájaros como Parus major y el conocido abejaruco Merops apiaster.
Sólo las hembras de abejorro (reina y obreras) cuentan con aguijón, y a diferencia del de las abejas, el suyo es liso por lo que no queda clavado en la víctima, así que puede picar con él más de una vez. Sin embargo, el abejorro es poco agresivo, todavía menos que la abeja de la miel, por lo que es poco probable que llegue a picar, a menos que se le moleste o se le intente capturar con las manos. Cuando al fin se decide a hacerlo, la síntomatología del envenenamiento parece muy similar a la de la picadura de abeja. No tengo datos de la especie Bombus terrestris, pero sí de su pariente el abejorro B. impatiens (una especie norteamericana bastante común): su LD50 = 7,2 mg/kg en ratones blancos por vía intraperitonal, mientras que la de la abeja de la miel es de 3,5 mg/kg, es decir más baja y por consiguiente con veneno, gota por gota, más tóxico.
Como otros himenópteros, los abejorros únicamente emplean su aguijón para defenderse de los depredadores, que quedan advertidos por los vistosos colores que lucen estas criaturas. Cualquier animal que haya sufrido la experiencia de un picadura de abejorro aprenderá a evitar a partir de entonces a cualquier insecto que en su cuerpo luzca esos colores llamativos, que los asociará a picadura dolorosa.
Precisamente la coloración que lucen en sus cuerpo los abejorros es aposemática, o sea de advertencia a sus enemigos. Existen unos cuantos diseños de coloración que se distribuyen entre las numerosas especies de abejorros, de modo que varias especies diferentes van a mostrar una misma coloración o muy similar. Ejemplos: Bombus lapidarius y Bombus ruderarius comparten el mismo modelo (negro con el final del abdomen rojizo), o Bombus terrestris y Bombus lucorum, cuyas obreras son a simple vista prácticamente indistinguibles, si bien con las reinas la distinción, aunque difícil, puede realizarse sólo con verlas:
Reina de Bombus terrestris

Las bandas amarillas en Bombus lucorum son de color amarillo limón (en cambio son de tono anaranjado en B. terrestris) y la cola blanca muestra un blanco claro y luminoso, a diferencia de B. terrestris. Esta coincidencia en la coloración beneficia a los abejorros porque posibilita que los depredadores potenciales puedan aprender más rápidamente a evitarlos (el que ha sufrido la desagradable picadura de un abejorro tenderá en el futuro a evitar no sólo a los de esa especie, sino también a los de todas aquéllas que muestren idéntica o similar coloracion), si bien esto hace luego más difícil para los naturalistas identificar las distintas especies de Bombus. En conclusión se puede afirmar que cuanto más común y extendido sea un determinado modelo de coloración, más pronto aprenderán los depredadores a evitarlo.
Seguidamente abejorros fotografiados en abril en el Parque Natural de Collserola

EL FUTURO DE LOS ABEJORROS
Desde hace un tiempo se ha constatado el retroceso de las poblaciones de varias especies de abejorros en Europa y Norteamérica, por ejemplo la especie norteamericana Bombus terricola en varias áreas de su distribución. Si se pretende encontrar la causa de este fenómeno se llega a la conclusión que el principal motivo está en el cambio climático del planeta, más que en la intensificación de la actividad agrícola o la aplicación de productos pesticidas en el campo (factores estos que, a su vez, están detrás de ese cambio climático).
Hay que pensar que los abejorros son animales que evolucionaron en condiciones de frío, por lo que un incremento de la temperatura ambiental, que es lo que comporta el cambio climático, les va a perjudicar.
La respuesta de muchas especies de animales al aumento de temperatura es un cambio de sus hábitats geográficos, trasladándose a áreas más frías (polares o de mayor altitud), para compensar el aumento de la temperatura. Sin embargo no se ha observado este cambio en los abejorros, por lo que parece que ellos no se acaban de adaptar bien a la nueva situación.
Aunque pueda no parecerlo, la desaparición de los abejorros en el mundo causaría gravísimos daños al equilibrio ecológico: basta decir que solamente ellos (ni siquiera las abejas) son capaces de polinizar determinadas plantas, como el tomate; sin ellos, esas plantas desaparecerían también (no se polinizan, no re reproducen, y al fin acaban por desaparecer).
La Ciencia todavía está investigando la manera exacta en que el cambio climático afecta a los abejorros, tal vez para tratar de encontrar una solución a un problema que como sea hay que evitar.
Y el primer paso para evitarlo es concienciarnos de esta dramática realidad y obrar en consecuencia: que todos y cada uno de nosotros actuemos siempre de la manera más ecológica posible.

Factores necesarios para la supervivencia de los abejorros
Ante el declive que sufren los abejorros, y sus parientes las abejas, en el mundo, diversos expertos en la materia como Dave Goulson, S. Alexandra Corbet y O. Pryor-Jones, en sus publicaciones, enumeran factores necesarios para la supervivencia de estos importantes y útiles insectos, algunos de ellos específicos de las áreas de cultivo (como minimizar el empleo de herbicidas y pesticidas, mayor presencia de plantas perennes y adecuada selección de flores anuales), otros aplicables a áreas naturales de conservación (flores perennes, promoción a gran escala de proyectos de restauración sobre terrenos de no menos de 10 kilómetros cuadrados), o bien a ambas:
- Evitar perturbaciones del medio natural y promover lugares para nidificación e hibernación.
- Adecuada sucesión de los períodos florales
- Tipos adecuados de polen

Sea como sea, todos, instituciones gubernamentales, profesionales y ciudadanos, debemos colaborar activamente para evitar que nuestro mundo llegue alguna vez a convertirse en un mundo sin abejorros.

LA IMPORTANCIA DE LOS HIMENÓPTEROS

El orden zoológico de los Himenópteros (insectos con alas membranosas) comprende numerosas especies clasificables en dos subordenes: Symphyta y Apócrita.
Los sínfitos, ampliamente distribuidos por todo el mundo, comprende los miembros más primitivos del orden de los Himenópteros. Popularmente se les conoce como "moscas de sierra" (por la forma del ovopositor) y se caracterizan porque carecen de la tan típica "cintura de avispa" (conexión estrecha entre el tórax y el abdomen), característica de los apócritos (las más conocidas abejas, avispas y hormigas) que sí la tienen.
Una "mosca de sierra" (Symphyta), fotografiada en el Parque Fluvial del río Besós en primavera

En cuanto los apócritos, son los himenópteros más conocidos y más numerosos (95% de los Himenópteros conocidos pertenecen a este suborden); por la estructura del ovopositor, el grupo se subdivide en apócritos aculeados (en estas especies el ovopositor está transformado en acúleo o aguijón, conectado a glándulas venenosas) y los Parasitica (parasitoides verdaderos), que carecen de él -en ellos el ovopositor no ha sufrido ninguna modificación, y es empleado simplemente para poner huevo/s-.
Tú te puedes preguntar que si en los apócritos aculeados el ovopositor está transformado en aguijón, para poder picar, sea para defenderse o, en el caso de las avispas cazadoras, para paralizar a su presa, de qué manera entonces ponen los huevos. La respuesta es por una abertura ubicada en la base del ovopositor.

IMPORTANCIA Y NECESIDAD DE LOS HIMENÓPTEROS
Cualquier persona puede observar en un jardín la importancia de los Himenópteros para el ecosistema:
las abejas son las polinizadoras
las avispas son las cazadoras
y las hormigas son las recicladoras

Veamos más detenidamente estos roles de los Himenópteros.

1. LAS ABEJAS POLINIZADORAS
Abeja de la subfamilia Halictinae
(Parque Fluvial del río Besós)

Existen muchos animales que intervienen en la polinización de las plantas, pero ninguno de ellos lo hace como las abejas, entendidas éstas en su concepto más amplio (abejas de la miel, abejorros y abejas solitarias); las abejas constituyen un 13% de los Himenópteros conocidos.
Como buenas polinizadoras que son, las abejas, que originariamente proceden de avispas, se diferencian de éstas en los pelos. Mientras que las avispas tienen pelos simples (no modificados), las abejas, resultado de la evolución, los tienen ramificados como una pluma para así retener el polen cuando visitan una flor y transportarlo a otra flor. Además, las estructuras asociadas a las patas también han evolucionado en esa dirección, y apoyan la función de los pelos modificados. La consecuencia es, como se ha dicho, unos insectos morfológicamente muy adaptados para llevar a cabo la polinización de las plantas, juntamente con otras características que incrementan la eficencia de esta labor.
Las abejas realizan sin darse cuenta una de las funciones más importantes en la Naturaleza: la polinización de las plantas

La acción de transportar polen de una planta a otra permite a los humanos disfrutar de una gran variedad de alimentos que consumen, pero todavía más importante es que esta polinización, cuando se realiza en condiciones silvestres o naturales, convierte a las abejas, abejorros y en general a todos los que la llevan a cabo, en responsables directos del mantenimiento del ciclo de vida de muchas plantas, y por ello de otras especies también, y, en última instancia, del mismo funcionamiento de los ecosistemas, que son el verdadero soporte de la vida en la Tierra.

2. AVISPAS CAZADORAS Y AVISPAS PARASITOIDES
Avispa eusocial de la especie Polistes dominula
Avispa solitaria Pepsis sp.
(ejemplar disecado procedente de Costa Rica)

Como depredadoras que son, las avispas, sean eusociales o solitarias (éstas últimas menos conocidas pero mucho más numerosas que las sociales), ejercen un importante control biológico muy útil para cualquier ecosistema. Saltamontes, cucarachas, moscas, orugas de mariposa (más raramente mariposas adultas), larvas de coleópteros, arañas y otros muchos pequeños animales son cazados por las avispas, contribuyendo ellas a mantener las poblaciones de esos animales en cifras soportables para la viabilidad del ecosistema. Cada especie de avispa se especializa en un tipo de presa, así las Bembix cazan moscas, y los pompílidos, entre los que figuran las enormes avispas del género Pepsis, capturan arañas.
Pero las avispas no sólo depredan, sino que muchas especies son parásitas, o mejor parasitoides, de otros insectos o animales (llamados "huéspedes"), ejerciendo igualmente, aunque de otro modo, control biológico sobre ellos.
Se distingue el concepto de parásito del de parasitoide, este último más exacto cuando se habla de Himenópteros, porque define mejor la modificación que se hace en el comportamiento del parásito típico.
Las pulgas y las garrapatas son verdaderos parásitos, entre otros muchos: comparados con el huésped al que parasitan son de tamaño muy pequeño, y a ese huésped nunca lo matan, al menos directamente (indirectamente a veces sí, mediante la transmisión de patógenos que le ocasionan enfermedades). En cambio, los parasitoides tienen un tamaño similar al del huésped y siempre le causan la muerte directamente.

Avispas parasitoides
No cazan, no pican (excepto las parasitoides con aguijón como las avispas de las familias Mutillidae y Scoliidae), y emplean el ovopositor para insertar el huevo (o huevos) en el huésped, sobre él (externamente), ectoparásitoides, o en el interior de su cuerpo (internamente), endoparasitoides: en este caso la larva se come al huésped por dentro, procurando no dañar los órganos vitales de éste a fin de retrasar su muerte lo más posible para que la larva siga comiendo carne fresca todo el tiempo necesario para su desarrollo (que ocurre dentro del huésped).
Otros parasitoides no atacan directamente al huésped, sino que sólo se alimentan de su comida (le roban la comida de la celda, de su nido, o la misma presa que el huésped capturó); a estos parasitoides se les llama cleptoparasitoides y hay muchos de ellos entre los Himenópteros.
Los parasitoides verdaderos (para distinguirlos de los "parasitoides con aguijón") son los más numerosos, y con diferencia, de todos los Himenópteros (más del 60% de los conocidos).
Otra categoría, ya antes mencionada, es la de los parasitoides con aguijón, que en cierto modo están a caballo entre las avispas cazadoras (morfológicamente son como ellas, es decir con el ovopositor transformado en un aguijón) y las parasitoides, dado que su comportamiento es realmente el de parasitar a huéspedes. Ejemplos de parasitoides con aguijón son las avispas de las familias Scoliidae y Mutillidae.

En definitiva, la acción natural que realizan las avispas sobre los insectos, a través de sus mecanismos alimentarios, sean depredadores o parasitoides, resulta muy beneficiosa para el ser humano ya que le permite mantener una producción adecuada de alimentos sin necesidad de recurrir a los peligrosos plaguicidas.

3. LAS HORMIGAS RECICLADORAS
Formicidae

Las hormigas juegan un papel fundamental en el ecosistema: remueven el suelo desplazando la materia orgánica de arriba a abajo, en una función muy similar a la que llevan a cabo las útiles lombrices de tierra. Además, por el gran número de sus efectivos, conforman una importante biomasa que constituye alimento para otros animales.
En el aspecto negativo, algunas especies de hormigas se asocian con los pulgones, de la familia de los áfidos, verdadera plaga para los cultivos. Las hormigas les prestan protección y defensa contra sus depredadores, a cambio de una sustancia azucarada que elaboran y les dan, lo que hace más difícil combatirlos. Por este motivo, algunos jardineros miran a las hormigas con cierta desconfianza, pero esta simbiosis entre los áfidos y las hormigas solamente se da en algunas especies de éstas, no en todas.
En algunas partes del mundo, como las hormigas Atta de la América tropical (las célebres "cortahojas"), o las omnívoras Pheidologeton diversus de Asia, pueden ocasionalmente llegar a convertirse ellas mismas en una plaga para los cultivos que están cerca de sus nidos a causa de sus actividades y dieta.
Sin embargo, y aún con todo, no olvidemos que las hormigas constituyen un valor biológico de primer orden, juntamente con las polinizadoras abejas y las cazadoras avispas.

DIVERSIDAD DE ABEJAS

La calidad medioambiental de un ecosistema se mide en parte por la salud de sus abejas. Aunque delicadas, las abejas son insectos enormemente útiles por su función polinizadora que resulta fundamental para el desarrollo de las plantas con flor, así como de muchos cultivos.
Aunque Apis mellifera, la más conocida abeja de la miel, sea la más popular de todas las abejas, lo cierto es que el término "abeja" comprende unas 20.000 especies conocidas, y las que faltan por conocer, de estos utilísimos insectos. Grandes o pequeñas, solitarias o sociales, algunas con un enorme grado de socialidad (ahí está nuestra abeja de la miel), generalistas (que visitan muchos tipos de flores diferentes) o especialistas (se limitan a una clase concreta, y a veces a un sólo género de flores), abundantes o raras, con espléndidos colores o de coloraciones apagadas, las abejas muestran una diversidad asombrosa que sorprende al naturalista, pero en todos los casos se trata siempre de criaturas totalmente necesarias para nuestro mundo, por cuanto son ellas, con sus múltiples formas, las que llevan a cabo mejor que nadie esa imprescindible tarea que es la polinización de las plantas.
Las abejas no son los únicos insectos que polinizan, pero a diferencia de los demás, el número de abejas jóvenes que sobrevivirá para desarrollarse como adultos depende en buena medida de la cantidad de polen que recolecten las abejas adultas, lo que significa, en otras palabras, que las abejas, más que otros insectos, tienen un enorme incentivo para visitar el mayor número de flores posible, de varios cientos al día.

Familia ANDRENIDAE
Es la familia de abejas con más número de especies (más de 4.000) con varias decenas de géneros, entre los que destaca Andrena y Perdita. Se las encuentra en todos los continentes, salvo Australia. Las abejas de esta gran familia muestran una gran diversidad en tamaño (las hay pequeñísimas como las del mencionado género Perdita, y grandes como las del género Megandrena) y en color. Es lógico que una familia tan rica en especies se haya dividido en subfamilias, cuatro en total, con Andredinae a la cabeza, que es la que comprende el género Andrena (con unas 1.400 especies, muchas de ellas en Europa).
Una abeja de la subfamilia Andreninae
(Santa Coloma de Gramanet, Barcelona)

Familia APIDAE
A esta familia pertenecen las especies de abejas más conocidas por todos, como las abejas de la miel y los abejorros del género Bombus.

Aunque cuando se habla de la abeja de la miel siempre pensamos en la conocida europea (Apis mellifera), no hay que olvidar que en verdad existen siete especies diferentes de abejas melíferas, todas ellas originarias del Hemisferio oriental, si bien es la europea la más popular y extendida (introducida en muchas partes del mundo).
Apis mellifera

Arriba, enjambre de abejas de la miel encontrado entre las ramas de un almendro en la sierra catalana de Collserola



Entre las demás abejas melíferas, también del género Apis, destaca por su gran tamaño Apis dorsata o "abeja de la miel gigante", difundida por el sur de Asia.
Grupo de Apis dorsata (los ejemplares más grandes), fotografiadas en el Parque Nacional de Kao Yai (Tailandia)

Las obreras de Apis dorsata pueden llegar a medir 3 cm, y son más defensivas que las comunes Apis mellifera.
También asiáticas son Apis cerana y Apis florea ("abeja chica de la miel"). La primera es la más común y extendida de las abejas melíferas asiáticas; sus obreras tienen un tamaño similar o algo inferior al de las obreras de Apis mellifera, y fabrican miel en cantidades menores, razón por la cual esta especie no resulta tan atractiva, en términos económicos, para los ojos de los apicultores.
En cuanto a Apis florea, esta abeja está distribuida por Omán, Irán, Paquistán y Sri Lanka, siendo la abeja melífera más pequeña, y cuya miel, producida también en cantidades más pequeñas que nuestra abeja europea, ha sido tradicionalmente empleada más como una medicina (se le atribuyen propiedades terapéuticas) que como un verdadero alimento.

La tribu Anthophorini incluye varios géneros, entre los cuales el más conocido es Anthophora
Abeja del género Anthophora

Las abejas de este género presentan un cuerpo robusto y con bastante pelo (algunos las llaman "abejas peludas"), de colores que van del gris al rojo herrumbre. Son excelentes voladoras, y son capaces de volar muy rápido. Aunque las hay especialistas, un enorme número de ellas son generalistas, siendo polinizadoras de varias flores silvestres.
Casi todas las especies del género Anthophora nidifican en el suelo, a veces en agregaciones de varios centenares de individuos.

La familia Apidae también comprende a los abejorros, todos ellos del género Bombus (tribu Bombini).
Bombus terrestris en el Parque Natural de la Sierra de Marina (Barcelona).

Los abejorros están distribuidos sobretodo en el hemisferio norte, aunque algunas especies se las encuentra en Suramérica. Se les puede ver en muchos hábitats, desde el desierto (aunque son raros en los desiertos, menos numerosos que las abejas) a la taiga, pero la más alta diversidad la encontramos en las regiones montañosas.
Como polinizadores, resultan casi insustituibles por lo muy efectivos que resultan, y ello por tres razones principales:
a/ Practican la "polinización por zumbido"
b/ Su gran resistencia al frío les permite llevar a cabo jornadas de recolección más largas que las de otras abejas
c/ Son más rapidos que las abejas de la miel, por lo que pueden visitar más flores por minuto.

Como dije, son resistentes a las bajas temperaturas. Además de su grueso abrigo de pelos aislantes, los abejorros pueden exponerse al sol para calentarse antes de empezar sus tareas recolectoras. Si el sol no es suficiente, estos animalitos pueden contraer los músculos de sus alas (sin necesidad de dar aletazos); estas contracciones musculares aumentan significativamente la temperatura interna del abejorro. Tanto es así que han sido vistos abejorros de la especie Bombus terrestris volando en pleno invierno.
Bombus terrestris, muy resistente al frío
(P.N. de la Sierra de Marina, Barcelona)

Modernos estudios han demostrado también que los abejorros no sólo pueden volar en bajas temperaturas sino que pueden hacerlo en elevaciones extremadamente altas (superiores a la cima montañosa más alta del mundo: la del Everest).
Los abejorros del género Bombus son animales enormemente útiles para el entorno natural.

Si los abejorros Bombus son raros en las áreas desérticas (aunque presentes: ahí está por ejemplo Bombus sonorus, de los desiertos del sudoeste de Norteamérica), las abejas no lo son tanto, como las especies del género americano Diadasia (tribu Emphorini), cuyos representantes son abejas de tamaño medio a grande, robustas y de cuerpo velludo, con una coloración que va del marrón al rubio leonado. Las Diadasia son abejas especialistas, y polinizan las flores de algunas cactáceas.

Eucerini es otra de las varias tribus de la familia Apidae. Su género más extendido es Eucera, que engloba especies tanto generalistas como especialistas, famosas por la gran longitud de sus antenas, lo que las hace fácilmente reconocibles.
Arriba, ejemplar de abeja del género Eucera, visto dorsal y lateralmente, sobre una flor en el Parque Natural de Collserola.

Las abejas Eucera son solitarias, aunque unas pocas viven en nidos comunales. Son ellas las primeras de la tribu Eucerini que emergen en la primavera.

El género Xylocopa (tribu Xylocopini) es bien conocido por el gran tamaño de sus representantes, las abejas carpinteras. A veces se les llama "abejorros" precisamente por ese tamaño. En la Península Ibérica es común la Xylocopa violacea, de cuerpo negro y alas oscuras con bonitos reflejos violáceos.
Xylocopa violacea

Las Xylocopa se distribuyen por muchas partes del mundo, siendo más abundantes en las regiones tropicales y subtropicales, y por su tamaño y constancia están reputadas unas excelentes polinizadoras, en ocasiones empleadas para cultivos comerciales.

Familia COLLETIDAE
Esta familia comprende importantes polinizadores de flores silvestres. Son abejas solitarias, si bien algunas especies pueden nidificar en agregaciones. La mayoría de las abejas de esta familia son bastante peludas, tienen un cuerpo robusto y destacan por su lengua corta y con el extremo final bifurcado. El género más importante de esta familia es Colletes.

Familia HALICTIDAE
Familia Halictidae, Subfamilia Halictinae,
Parque Fluvial del Besós, Barcelona

Por el número de especies (más de 4.000 descritas) es una familia importante, cuyos representantes, repartidos por todo el mundo, se les encuentra aquí y allá, en toda clase de hábitats y a veces son localmente abundantes. Muestran mucha diversidad en cuanto a socialidad: las hay solitarias verdaderas, otras comunales, semisociales e incluso (primitivamente) eusociales. Igualmente existe diversidad en cuanto a la dieta, pues unas especies son estrictamente especialistas (todas las abejas del género Dufourea) mientras otras, en el otro extremo, son muy generalistas, como las especies del género Lasioglossum.
Una abeja de la familia Halictidae fotografiada en el Parque Fluvial del río Besós
Otra abeja de esta familia, en el Parque Natural de la Sierra de Marina, Barcelona

Existiendo tantas especies, con sus peculiaridades, ha sido necesario dividir la gran familia Halictidae en grupos o subfamilias, de las cuales la más importante, porque abarca el 80% del total de las especies de la familia, es Halictinae: a ella pertenece el mencionado género Lasioglossum, que sólo él cuenta con más de mil especies difundidas por todo el mundo, popularmente conocidas como "abejas del sudor" (sweat bees en inglés) por su hábito de lamer el sudor de la piel de los humanos. Además de este género (cuyos miembros son abejas de tamaño más bien pequeño y alargado, y de dieta mayoritariamente generalista, con pocas excepciones), también es necesario citar el género Halictus.
Abeja de la subfamilia Halictinae

Las abejas del género Halictus son de tamaño medio y están distribuidas por todo el mundo (salvo en Australia), si bien son más comunes en el hemisferio norte. Se trata de abejas generalistas, y pueden mostrar un comportamiento social muy desarrollado, similar al de la abeja de la miel, aunque menos sofisticado, y con una importante nota que las distingue de las otras abejas eusociales (abejas de la miel y abejorros Bombus) y es que todas las hembras de la colonia tiene capacidad para poner huevos, no únicamente la reina, por lo que si ésta muere puede fácilmente ser reemplazada por otra hembra. Sin embargo en algunas especies, la reina vigente puede limitar esa capacidad de las obreras, simplemente alimentando a las crías de obrera con menos cantidad de polen, para que así desarrollen formas adultas más pequeñas, y por ello más débiles, lo que permite a la reina mantener su posición dominante en la colonia. Esas hembras pequeñas es poco probable que sobrevivan al invierno, y por consiguiente no son adecuadas para establecer una nueva colonia al siguiente año.

Familia MEGACHILIDAE
Otra familia de abejas rica en especies y ampliamente difundidas por todo el mundo. Es aquí donde encontramos la abeja más grande del mundo: Megachile pluto, encontrada en unas pocas islas de Indonesia. Esta gran abeja (unos 4 cm), llamada "abeja gigante de Wallace" en honor al naturalista que la descubrió, se caracteriza por tener unas impresionantemente largas mandíbulas que emplea para recoger y manipular resina con la que hace su nido (es una de las conocidas "abejas de la resina").
Las abejas de la familia Megachilidae tienen un cuerpo robusto y cilíndrico.
La característica más notable de los miembros de esta familia es que el polen lo transportan, no en sus patas posteriores, como ocurre en la mayoría de las abejas, incluida Apis mallifera, sino en el abdomen: en unas bandas de pelos en la superficie ventral del mismo.
Estas abejas no construyen su nido partiendo de cero, sino que buscan una cavidad natural ya hecha (una galería excavada por otro insecto, un agujero en la madera, incluso en algunas especies - del género Osmia - la misma concha vacía de un caracol) y la acondicionan en su interior construyendo tabiques con material variable según la especie (hojas, en los casos de las "abejas cortahojas" como Megachile rotundata, resina en las "abejas de la resina" como Megachile sculpturalis o la antes mencionada Megachile pluto, o bien barro como ocurre en las abejas del género Osmia); luego, en cada celda, colocarán un huevo y alimento para el desarrollo de la larva.
Arriba, una abeja de la familia Megachilidae tribu Osmiini, fotografiada en un jardín

La tribu Osmiini cuenta con varios géneros, de los cuales el más conocido es Osmia: abejas muchas de ellas de bonitos colores metálicos (verde, púrpura, azul), y además importantes polinizadores de orquídeas y de varios cultivos comerciales. Una especie de este género, Osmia lignaria, es empleada como polinizadora de manzanos, almendros, ciruelos y cerezos, mostrándose mucho más eficiente en esta labor que la abeja europea de la miel, entre otras razones porque visita más flores por minuto. En la provincia catalana de Lleida se emplea la especie Osmia cornuta, autóctona en el lugar, para polinizar árboles frutales; la abeja realiza desplazamientos cortos, sin alejarse nunca demasiado, por lo que puede mostrarse muy operativa en una determinada área.

Otra tribu de la familia Megachilidae es Anthidiini con varios géneros cuyos representantes se caracterizan algunos por lucir en sus cuerpos raya amarillas y negras, lo que les asemeja a las avispas, como éste de la siguiente foto
(Foto: Parque Fluvial del Besós)
El género más importante de la tribu es Anthidium, extendido por todo el mundo excepto en Australia (y raro al sur del ecuador), con abejas solitarias cuyos machos son más grandes que las hembras correspondientes, al revés de lo que pasa en las demás abejas.

Las abejas no son conscientes de su importancia, pero el esfuerzo que realizan para su propio provecho promociona inadvertidamente la producción de semillas y de las próximas generaciones de flores